Poema enviado por una lectora de nuestro blog.
La casa de la abuela
Poema de Alda Salzarulo
La casa de la abuela
tenía un olor a verde madurado
por el sol andaluz
que se escapó con ella,
enamorado.
Un corredor tan largo
que hasta cuatro rayuelas le cabían
y hasta un tejo
de vuelo almidonado.
El agua
que tan fresca se bebía
la sacaba aquel vástago minero
que bajaba y subía.
Y una urdimbre metálica y distante
marcaba la frontera que, indecisa,
mediaba entre vecinos inmigrantes.
Un gran tazón de leche en la cocina
perdía su calor por mi demora
atenta a lo que abuela me contaba,
esa charla fecunda que yo oía
como el cuento de amor que me faltaba.
Mi abuela era la madre que escuchaba
la madre que me amaba y me entendía
y sin altos estudios recitaba
los poemas que el pueblo conocía
como el canto amarillo de una flauta
que en jaula con alambres se ofrecía.
La abuela fue mi paz, mi regocijo
y cuando fui mamá llevé a su casa
la primera visita de mi hijo
que alivió por minutos su agonía.
Después la ví muchacha entre su gente
gozando con el sol de Andalucía
desmintiendo el pecado de la muerte.
Y la veo aún y la veré por siempre
dentro de mí como madura fuente
y en el rincón de su fotografía.
© Alda Salzarulo
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