Así escribe cuarto grado...¿qué cuento te gusta más?
“El Adivino”
Un
campesino muy inteligente quería hacerse pasar por adivino, lo apodaban “Escarabajo”.
Un
día robó una sábana a una mujer, la escondió debajo de un montón de hojas secas
en un bosque cercano, y se puso a decir que era capaz de adivinarlo todo. La
mujer le rogó que adivinase dónde estaba su sábana a cambio de comida.
Escarabajo le indicó el lugar dónde la iba a encontrar.
Así
la fama de Escarabajo se fue extendiendo por todo el pueblo.
Un
día, el rey perdió su anillo de bodas. Después de tanto buscar y no hallarlo,
decidió llamar a Escarabajo. Le dijo que si lo encontraba, lo recompensaría con
grandes riquezas. El falso adivino estaba en problemas, ya que debía decir al
rey dónde se encontraba su anillo a la mañana siguiente.
Al
no poder dormir, salió a caminar durante la noche, y fue allí cuando escuchó al
cocinero, al mayordomo y a su chofer decir:
- Si
Escarabajo se da cuenta de que nosotros lo robamos, y se lo dice al rey,
mandará a que nos maten.
Al
oír esto, el falso adivino bajó para hablar ellos y les dijo:
- Yo
sé que ustedes tienen el anillo. No le diré nada al rey si me lo dan. Lo
escondo en un lugar secreto, y mañana le digo que lo encontré con mis poderes.
¿Aceptan?
Ellos
aceptaron, entregaron el anillo e hicieron como lo acordaron.
Al
llegar la mañana, el rey fue a ver a Escarabajo, se había cumplido la hora de
decirle dónde estaba el anillo. El adivino le respondió que aún no estaba listo
pero que a la noche le diría dónde se encontraba la preciada joya.
Durante
todo el día, el hombre pensó en lo que estaba haciendo y se dio cuenta que no
estaba bien lo que iba a hacer.
Al
llegar la noche, Escarabajo le dijo al rey:
- Señor,
yo no soy adivino, todo era mentira. Perdóneme, aquí tiene su anillo. Le
contaré la verdad.
Al
terminar de contar todo, el rey se enfureció pero lo dejó ir y le dijo:
- Si
me entero que lo vuelves a hacer, te
buscaré y lo pagarás con tu vida.
Escarabajo
se fue del castillo y aprendió una gran lección: No hay que mentir, si se dice
la verdad, todo sale mejor.
Autora: Lumy
“La gente que no cree”
Había
una vez, en un pequeño pueblo una niña y un perro llamado Juan.
Una
tarde su dueña lo sacó a pasear y notó algo nuevo en él, no sabía si estaba más
alto, o más gordito o …, no sabía qué era, pero notó algo distinto… como si hablara.
Pero era imposible que esto sucediera…
- ¡Ah!,
de tanto pensar ya no razono- suspiró.
La
niña supuso que era su imaginación escuchar a su perro hablar, que no era real.
A la
mañana siguiente, cuando se levantó a preparar el desayuno, sintió como si
alguien le hablara, pero ella no veía a nadie. Siguió escuchando el murmullo y
decidió mirar debajo de la cama. Allí estaba Juan, su perro.
- No
creo que seas vos el que me habla… porque los perros no hablan…-dijo la niña.
- ¡Claro
que hablamos!- respondió el perro enojado.
Sorprendida,
al principio, la niña no lo podía creer, pero más tarde, le pidió al perro que
leyera unos párrafos del diario y éste así lo hizo.
Feliz
por el descubrimiento, ambos salieron por la tarde hacia el pueblo más cercano
a dar la gran noticia. Se paró en medio de la plaza y comenzó a gritar.
- ¡Vengan
a ver esto! ¡Mi perro habla!
Todo
el pueblo salió a ver al animal hablador, pero Juan no dijo ni una palabra. La
gente, decepcionada, se fue creyendo que era una mentira.
Al
día siguiente sucedió lo mismo, la gente fue a ver al “perro que habla” pero no
dijo nada.
Esto
pasó varios días seguidos, finalmente, la gente dejó de ir a la plaza.
Un
día se presentó una persona a ver al famoso “perro que habla”, y esta vez, Juan
habló. Tal fue el susto de este joven que, de un salto se subió a un árbol cercano.
Cuando
se tranquilizó, comenzó a gritar y decir a todas las personas que lo que la
niña decía era cierto, que él lo había oído.
Nuevamente
se reunió la gente del pueblo y esta vez el perro habló delante de todos. La
multitud asombrada, pidió perdón a la niña y al perro por no creerles.
A
partir de ese momento las personas empezaron a creer que los perros sí pueden
hablar.
En
este cuento se aprende que hay que creer, por más que parezca mentira y que la
verdad no se compara con la mentira y que la mentira, jamás se compara con la
verdad.
Autora: La Pitufina
“La mentira de Miguel”
En
el campo, cerca del pueblo llamado Yamana, vivía un campesino con su amada
esposa. Criaban ovejas, caballos y chivos.
Una
madrugada, escucharon ruidos y salieron a ver qué pasaba… Se llevaron una gran sorpresa al ver que faltaban animales de su establo.
Muy temprano a la mañana fueron, Juan y Ana, los
dueños de los animales, a visitar al viejo de la colina y confirmar si él se
los había llevado.
El
viejo de la colina era misterioso, sólo se lo veía en las noches lluviosas y tormentosas. Era un hombre de
pocas palabras y su fama de cazador lo condenaba. Pero él les dijo que no lo
culparan, que mejor miraran sus espaldas…
La
noche siguiente volvieron a faltar animales, Juan enfurecido, volvió a la
colina. En el camino encontró a su hermano Miguel y le contó lo que pasó.
Miguel, aprovechando la ocasión de culpar al viejo de la colina, lo acompañó.
Al
llegar a la casa del viejo, notaron que él no estaba. Caminaron por los
alrededores y vieron las pieles colgadas, pero de otros animales, no los de
Juan.
Pasaron
varios días. Una tarde, Juan descubrió huellas de animales que salían del
establo, decidió seguirlas y, para su sorpresa, lo condujeron a la casa de Miguel.
Escondido
afuera de la casa, esperó a que su hermano durmiera la siesta en el sofá del living, se dirigió al granero
y descubrió que Miguel, escondía sus
animales allí. Enfurecido, entró a la casa y golpeó a Miguel despertándolo. Le
reclamó por qué no le había dicho que él le había robado
los animales y no el viejo de la colina. Éste, mintiéndole le confesó
que lo había hecho porque su esposa
estaba enferma y porque precisaba el dinero comprar la medicina. Juan lo
entendió y volvió a su casa. Pero pensó toda la noche lo que le había hecho su
hermano.
Volvió
a los tres días a visitar a la esposa de Miguel, le preguntó cómo estaba su
salud, si se había recuperado de su enfermedad. Ella le respondió que nunca
estuvo enferma y que, al contrario, se sentía mejor que nunca.
Entonces
Juan, fue al pueblo buscando a Miguel y lo encontró vendiendo los cueros de sus
animales. Juan enloquecido le exigió que
le diera una explicación. Miguel con mucha vergüenza, le confesó que los vendió por una deuda de juegos.
Juan
le hizo prometer que nunca más le mentiría, porque de lo contrario le
declararía toda la verdad a su esposa. Miguel juró no mentir jamás y le pidió
perdón a su hermano. Juan lo perdonó.
Lección:
La mentira nunca favorece a nadie y no hay que juzgar por las apariencias.
Autores: Los Pichi huincas
“La verdad y la mentira”
Cierto
día la verdad y la mentira se encontraron:
- Hola,
¿todo bien?- dijo la Verdad.
- Bien,
¿Cómo andan las cosas? – respondió la Mentira- ¡Yo soy un rico empresario!
- En
cambio a mí, las cosas no me van tan bien, por ahora no tengo trabajo…- explicó
la Verdad.
- Sí,
me di cuenta, lo noté por tu ropa, debés tener hambre- refirió la Mentira.
La
Mentira lleva a la Verdad al mejor restaurante de Italia, pide la mejor carne,
el mejor vino y el mejor postre.
Luego,
la Mentira grita al gerente acusando al camarero de no haberle dado el vuelto. El gerente amenaza al
camarero con despedirlo, pero éste respondió que nunca le había pagado, y al
final terminan comiendo gratis.
- Verdad,
¿ves cómo funcionan las cosas?- dijo la Mentira.
- Prefiero
morirme de hambre antes de vivir como vos- contestó la Verdad.
Autores: Los Súper Genios
Las campesinas
Hace
mucho tiempo, unas niñas llamadas Florencia y Lucía vivían en un bosque con sus
padres Silvia y Luciano, también con su perro Pipo.
Su
choza era muy noble, el techo de paja, las paredes de barro y piedras. A su
alrededor había grandes árboles, flores silvestres y frutos deliciosos.
Una
mañana, las niñas salieron al bosque a jugar con su perro Pipo, mientras sus
padres trabajaban en los cultivos de un
campo cercano. Casi siempre jugaban a la escondida, en cambio al perro le
gustaba morder algunos frutos.
Cuando
sus padres terminaban los trabajos en el campo, regresaban y se ocupaban de sus
adoradas hijitas. El padre preparaba la comida, mientras que la madre se
ocupaba del aseo de las niñas. Luego, se reunían para cenar y para contar historias
divertidas. Así, esta familia humilde, pasaba sus días.
Luego
de cinco años, los padres debieron viajar a la ciudad por negocios, prepararon
sus maletas y se fueron.
Las
niñas seguían haciendo las tareas de la casa y las tareas del campo como siempre.
Nunca se enteraron que sus papás habían sufrido un trágico accidente y
murieron. Todos los del pueblo lo sabían, pero nadie se atrevió a contárselo.
Ellas pensaban que sus padres las habían abandonado.
Intentaban
hacer las cosas lo mejor que podían, pero era muy difícil. Con mucho esfuerzo empezaron a salir
adelante, limpiaban su casa, recogían frutos, leñas, etc.
Todos
los días rogaban encontrar a sus padres, pero ellos nunca regresaron…
Una
tarde, las dos hermanas realizaron su recorrido habitual junto con su perrito
Pipo, se encontraron con una familia que estaba jugando en el bosque, ellos
eran Roberto y Susana, los papás, y Ezequiel, Ignacio y Sol, sus hijos. Los
niños las invitaron a jugar, ellas aceptaron. Cuando comenzó a oscurecer, la
familia les preguntó si deseaban acompañarlos a su casa para tomar la leche,
ellas aceptaron contentas, porque hacía varios días que no comían bien.
Cuando
llegaron a la casa de Roberto y Susana, las niñas no podían creer lo hermosa y
grande que era. Tenía más de diez habitaciones, cinco baños, dos cocinas y un
parque gigante con juegos. Estaban realmente emocionadas por todo lo que habían
visto.
Al
llegar la noche, el matrimonio les preguntó si querían volver a su casa, ya que
sus padres estarían preocupados. Florencia y Lucía les contaron que hacía mucho
tiempo que no los veían y que pensaban
que las habían abandonado. Entonces les pidieron que se quedaran a dormir y que
ellos averiguarían qué sucedió con sus papás.
Al
día siguiente, después de desayunar, las niñas decidieron regresar a su hogar.
Susana las acompañó, en el camino les contó que sus padres no las habían abandonado,
sino que ya no los verían más, porque sufrieron un accidente y murieron. Las
niñas lloraron mucho y les dolió
saber que todas las personas del pueblo
sabían lo de sus padres y no les habían dicho nada, les mintieron por años. Se
preguntaban qué iba a pasar ahora.
Susana,
les propuso que fueran a vivir con ellos, y las hermanas respondieron que sí. A
su antigua casita la usarían para jugar, ya que no quedaba lejos de su nuevo
hogar.
Al
poco tiempo comenzaron a estudiar, al igual que los hijos del matrimonio.
Pasaron
los años y los cinco se recibieron: dos fueron abogados, y los otros tres,
doctores.
Cada
uno formó su familia, tuvieron hijos y se mudaron lejos de ahí. En cambio las
niñas, regresaron a su antigua casita, la arreglaron y se mudaron allí con sus
esposos. También le hicieron una cucha para Pipo que aún seguía vivo.
Cuenta
la historia que muchos años después, las dos tuvieron hijos, y las educaron tal cual su madrastra Susana
les había enseñado: a decir siempre la verdad.
Y
Colorín Colorado Esta Historia Tuvo Final Feliz y Ha Terminado.
Autoras: Barmar
“Los retos de la bruja”
Había
una vez, una familia que vivía en una hermosa casa. Allí habitaban además del
matrimonio, sus hijos, Bruno y Marco. También estaba Charango, el perro de
Marco.
Como
todos los días, la mamá preparaba el desayuno. Marco, en esta oportunidad pidió
permiso para llevar a pasear a Charango. La madre dijo que sí. Salieron los
tres contentos.
Cerca
de la casa había una especie de selva al que les gustaba ir tanto a los chicos
como al perrito.
Marco
se distrajo un ratito y no se dio cuenta que Charango ya no estaba con ellos.
Empezaron a buscarlo y lo vieron irse por un camino hacia el interior de la
selva. Lo siguieron y se dieron cuenta que entró en una casa que estaba en
medio de la selva y que tenía la puerta abierta.
Los
chicos decidieron entrar a buscarlo, vieron en la pared un gran y brillante
diamante. Marco lo tocó y el piso se abrió. Los tres cayeron en una especie de
laberinto. Pero en ese momento Charango desapareció. Empezaron a caminar, lo
hicieron durante horas, y encontraron una puerta, pero no la podían abrir.
Cansados de tanto andar, Bruno se apoyó contra la pared del laberinto y con su
codo tocó un lugar que hizo que se abriera la puerta. Al cruzarla descubrieron
un río de agua dulce y una planta de manzanas. Cortaron y comieron. Después de
hacerlo, siguieron caminando buscando a su perro y la salida, pero una segunda
puerta los condujo hacia una especie de mar con anguilas eléctricas y
tiburones. A lo lejos, del otro lado, se veía una tercera puerta, debían cruzar
nadando.
Los
niños se tiraron al agua, las anguilas empezaron a perseguirlos. Marco golpeó
con su zapatilla la cola de una, y la lastimó. Los tiburones al oler sangre, se
lanzaron para atacarlos, pero en ese momento pudieron salir del agua.
Abrieron
la tercera puerta y encontraron miles de perros idénticos a Charango. De pronto
se escuchó una voz que decía –“Encuentren al verdadero”- Era una bruja que
quiso hechizar a Marco y a Bruno con su varita mágica. En ese momento el
verdadero Charango le mordió la mano, defendiéndolos.
Los
chicos aprovecharon la oportunidad y salieron corriendo, Charango los siguió. La
bruja, enojada, tomó su escoba mágica y fue volando a toda velocidad detrás de ellos. En un
momento, no pudo frenar la escoba y se chocó contra la pared. Se le rompió la
escoba y de esa manera pudieron escapar. Corrieron por un túnel y salieron a la
selva.
Asustados
y cansados llegaron a la casa, quisieron contarle la aventura que tuvieron a su
mamá, pero ella no les creyó y dijo que era sólo su imaginación.
Finalmente,
los chicos decidieron que sólo sería un recuerdo entre Marco, Bruno y Charango,
porque sabían que no les iban a creer.
¿Y
ustedes qué piensan? ¿Habrán vivido esta aventura?
2 comentarios:
Felicidades cuarto grado! Maravilloso ver a los niños con una rica oportunidad de aprendizaje a través de los textos. Los textos tienen beneficios cognitivos, terapéuticos, permiten la criticidad, la expresión y el desarrollo del lenguaje, la creatividad.
Dios bendiga a todos ustedes en la escuela!
Antonio Áthyllas - Brasil
Gracias por tus lindas palabras Antonio. Podés agregarte como seguidor si lo deseas.
Saludos desde Argentina.
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Hola! Gracias por comunicarte y participar con tu comentario. Lo leeré y estaré colgándolo en el blog a la brevedad. Laura Toro.